viernes, 5 de marzo de 2010

Volver ... a salir







Después de pillar a mi compañera de viaje y amores - en Temuco (en una residencial cercana a la feria Pinto, donde el dueño (un guatón chileno “macabeo” y cabezón) se puso “bravo” después de unos tintos y estuvo a punto de ganarse la “cabeza de chancho”) con una pasada por Gorbea – en “la casa de piedra” de María Kutcher, epitome de la bonhomía y solidaridad sureña - y Osorno, un bochorno! - iniciamos una vuelta por la puerta de entrada a la Patagonia argentina: Bariloche, El Bolsón y Puelo. Hasta allí llegamos. En busca de poder comprador para nuestro trabajo. Hay buena onda en El Bolsón y Puelo, pero es carito… y hace frío… duro, que muerde la espina dorsal. Hicimos “magia” con piedritas amarillas y verdes. La lluvia apresuró el retorno. Alejandra y Ricardo – una simbiosis chilena-argentino - cedieron espacio en su viaje desde PUE a VLA y abaratamos el retorno. El dedo mágico hizo el resto. Una cariñosa Mirta y su esposo – quien plantea, en la despedida que no soy el único loco que piensa como él – y parte de su familia – Facundo, el nene de cinco o seis años mas hermoso que he conocido y Rocío, su hermana quinceañera con ganas de estudiar derecho - nos llevan hacía CHI. Otra vez en OSO, uf!... Nos subimos a un bus con destino SCL, el domingo pasado. Allí abordamos otro, hacia ARI. Taxi colectivo a TCN. “Servicio mejorado” de Excluciva(?) hasta LIM. Y desde la terrosa ciudad, sin aliento, hasta BOG. La decantación de los detalles de ese “largo viaje” será materia de una pausa, tal vez larga. Me asentaré por estas tierras. Por un tiempo. El terremoto en la tierra natal me ha dejado pa’entro.