miércoles, 21 de julio de 2010

Bebé en apuros




La semana antepasada fui objeto de una agresión. Un energumeno me dió un cabezazo en la jeta, me tumbó al suelo y producto de los golpes, perdí la dentadura... toda la delantera, mmm... juepucha! El tipo que me agredió - Juan Carlos Castillo - y a quién ayudé a montar un hostal (por si alguna vez caen en Bogotà, el lugar se llama casa locombia, donde se roban hasta los calcetines y desde aquí lo funo bien funaó), se calentó porque hace un par de meses desistí de continuar colaborando - ¡ah! para muestra un botón: las imágenes de abajo son la maqueta de un períodico cultural (COLINO significa brote o planta joven), para el barrio en donde vivía - La Candelaria - y que diseñé y fotografié por invitación de ese malparido... gratis, sin cobrar un peso... ya ven, el pago de Chile también existe en Colombia - y porque además tiene la cabeza hueca de tanto jalar "períco" (cocaina).
Junto con eso y muy a mi pesar, en los momentos en que estampaba la denuncia por agresión ante la policía local, "desconocidos" violentaron las cerraduras del lugar en donde vivía y sustrajeron todo mi equipo de trabajo profesional (la Nikon D90, un Tokina 18-35mm, un Nikkor 105mm micro y un zoom Tamron 70-300mm), mi pasaporte y accesorios de trabajo ( un flash, un trípode de bolsillo y un tubo de extensión Nikkor). Ademas se llevaron mi disco duro (Samsung 320GB) externo que contiene todo el respaldo de mi investigación fotográfica por sudamerica, realizado durante el periodo mayo 2009 - junio 2010. Me dejaron en pelotas... y como el sistema judicial colombiano es muy parecido al chileno... tengo pa' rato para que me indemnicen. Conseguí una abogada que accedió a tratar mi caso a cambio de diseño web para su estudio jurídico. Pero... en el disco duro también estaba TODO mi archivo fotográfico digitalizado y ese me había dado de comer hasta ahora. Estoy como guagua (bebé) desatendida... cagado hasta el cogote.
Fui hasta la embajada para conseguir otro pasaporte y este cuesta la bonita suma de US$ 150, tán, tán... Hablé con el consul y éste ofreció asistencia ante la fiscalía colombiana, de modo que se apurase el tramite de conciliación. De esto hace dos semanas y naniná!
Solicité la reapatriación - porque por allá aun me quedan algunos cartuchos - mediante un correo electrónico al embajador... la misma cosa, silencio.
A la agresión se suman amenazas de muerte, debido a que realicé la denuncia ante los tombos. Tuve que apretar cueva fuera de Bogotá. Estuve algunos días en la parcela de unos conocidos - todas ellas y ellos, bellisimas personas - que me dieron asilo temporal, en donde probé yahé (ayaguasca) por primera vez y me mandé un viaje -interior- que se los encargo. En algo ayudó a mitigar tanta tristeza.
Para colmo de males, se exige mi presencia en todos los tramites judiciales.
Porca miseria! Hasta ahora sólo le había contado a mi compañera de amores y viajes , quien me ha lanzado un salvavidas, de seguro dejando de lado sus necesidades, pero que alcanza hasta mañana.
No había querido publicar nada porque pensaba que debía comerme solito toda la mierda - nadie me mandó a meterme con tanto jote malagradecido - y salir de ésta, pero estoy en un lugar en donde soy extranjero, sin niuno, sin dientes y sólo con unos pocos conocidos, que de igual forma me han asistido y debo agredecer aquí su ayuda en lo que vale, pero ya la cosa se puso color de hormiga.
Antes de todo lo narrado, alcancé a darme una vuelta por el Putumayo, una región selvática al sur de Colombia en donde los yankis, con la anuencia del gorilismo que gobierna éste paìs, rociaron la selva con el tristemente celebre agente naranja - glifosato - que ya usaron en Vietnam para deforestar la selva y sustituir el bosque nativo con palma africana y con su aceite producir biocombustible. La empresa que comercializa esa materia prima pertenece nada más y nada menos que a Uribe Vélez, el presidente de turno.
Acompaño estas notas - que creo serán la últimas - con imágenes que alcancé a rescatar de la cámara, antes que los malparidos me la robaran. Gracias por la atención dispensada y será hasta... vernos, leernos o tocarnos. Aquí se acaba mi aventura sudamerica. Re-penca el final pero aun sigo de pie, con las manos intáctas... y limpias.