








Rivera es un pueblo fronterizo uruguayo, que cruzando una calle se convierte en Santana do Livramento, una ciudad en el Brasil. En esa ciudad me embarqué rumbo a Porto Alegre y al Foro Social Mundial versión décima. Como todo en Brasil, la ciudad es ¡enorme! Llegué de madrugada y bueno, no tuve alternativa y debí dormir en uno de las decenas de hoteles (?) cercanos al terminal rodoviario. Al día siguiente puse rumbo a Nova Hamburgo – ciudad satélite o dormitorio de la capital del estado Río Grande do Sul – y de allí a Lomba Grande, el lugar en donde se podía acampar por pocas lukas y la posibilidad de conocer de cerca el tan anunciado “otro mundo posible”. Lo mejor que pasó fue conocer a Sol – brasilera carioca pero habitante de Sao Paulo - y María – peruana que vive en el balneario brasilero de Camboriú – ambas artesanas y que fueron a dar por allí en busca de ganarse los porotos. Solidarias y cariñosas. Siempre las recordaré con mucho gusto. Aquí aparecen encabezando la marcha por la legalización de la maconha – aunque para mi, hacer una marcha para legalizar algo que se consume sin restricción, dentro del campamento, no tiene mucho sentido - Lleno de colores y formas estuvo el aCamPameNtO INterCONtineNtaL Da JuveNtuDe. Samba como sólo los brasileros saben hacer. Hasta que se puso a llover. Debo mencionar a la bandita rioplatense: uruguaya(o)s y argentina(o)s, todos, ellos y ellas personas de gran valor. Aunque de joven solo me va quedando alguna ropa, me acogieron con mucho cariño. Y a Lucia, una italiana a quien le costaba mucho entender “el espíritu” de la reunión. Otro mundo posible, sí. Con todos los vicios de éste. Bajón.
La lluvia me empapó el equipaje y no quedó alternativa que emigrar hacia tierras menos húmedas. Pa’ hacerla corta: desde Porto Alegre – en donde un encendedor cagón, de esos descartables cuesta más de ¡una luka chilena! – hasta Curitiba y de allí hasta la fronteriza Corumbá. El paisaje está dominado por cultivos de maiz y soja… para bio-combustibles, claro. Ni pensar en cultivar todo ese alimento para alimentar a tanta gente, meninos da rua y adultos que se acercan en todas partes pidiendo algo para comer. Latifundistas jueputas! Cagazón de calor. Pasando el Pantanal, Puerto Quijarro, en Bolivia y viajando toda la noche – en una cosa parecida a un bus de los ochenta – para llegar de madrugada hasta Santa Cruz. Otro bus parecido – y otras doce horas de viaje, sin baño – y ahorita en Cochabamba, puis!