












Dos billetes dólar –de a veinte cada uno- que compré al Bancoestado –con su dinero… o de moya, puesto que yo no tenía niuno y cómo me habían aprobado un “préstamo de consumo” que pa’ hacerle honor a la verdad, no sé como y de donde salió y que no mas al momento de recibir el valevista reluciente y por las guatas de rigor, pensé… se chingaron los wueones, porque de este viaje no vuelvo- resulta que están marcados y aquí en el Perú –en donde falsifican hasta las monedas de cinco soles- no los reciben, ¿qué tal concha? ¡No hay salud! No se puede confiar en nadie. Imagínense el numerito, el banco del estado de Chile –el mejor alumno, por estos lares, de la escuela de Chicago- vende billetes marcados a sabiendas que en otros lugares no los reciben … ¡Que falta de seriedad, pues ñato!
En todo caso, sin pretender pasar por frescoeraja, al sistema capitalista ya me lo pasé por la misma. Creo que si mas personas se pasaren por el aro a las tarjetas de plástico, a los “de consumo”, a plazo, o lo que sea… les quedaría una cagada tal que se derrumba, sin duda alguna, toda la realidad charcha del capitalismo… como les está pasando a los yankis.
Vamos Chile, que se puede… no pague las deudas al sistema financiero y haga patria. Nos han visto las canillas, pretenden tocarnos lasquetejedi y hasta un mafioso del neo-liberal se atrevió a poner en letras de molde que él percibía que la gente –la gallada, o sea nosotros- sentía que se la estaban sentando, afilando, culeando o la palabra que mas te acomode. Lamarca… por supuesto, también se fotografió con Pin8 y hasta de seguro estuvo más de alguna vez en Chacarillas, cuando los fascistas como él creían que el dictador, asesino, traidor y ladrón… llamado el “salvador de Chile de las garras del marxismointernacional” por una caterva de viejas sexualmente insatisfachas, quien ademas se hizo el loco al final de sus días y que yaciendo en el último lecho, recibió un escupitajo de parte del nieto del general Prat, a quien había mandado a matar en conjunto con la agencia yankilandesa, en Buenos Aires, allá por el ’74, era su nuevo “führer”. Fachos… cagados del mate.
Ahora, cuando los contendores afilan las garras y los colmillos para quedarse con la gerencia general del país, empiezan a mostrarse los trapos sucios… y cuan sucios. El ex-gerente general posa de “progre” para atrapar a los incautos que, cuando dirigió la larga empresa, no tenían idea o estaban recién cambiando los dientes de leche por tanto no se enteraron que Angelini, Anacleto –a quien los gusanos ya le pasaron la cuenta- le financió la campaña –junto a Luksic, Matte y los inefables Larraines, a quienes José Miguel Carrera los dejó a la altura del unto en su diario- para acceder a la privilegiada posición de jefe de reparto del botin –o la torta- que tantos quieren para si. Pablo… quien ejercía un cargo medianamente importante en una de las empresas Arauco –responsable de la contaminación de los ríos Cruces y Mataquito, por nombrar sus últimas “gracias”- contaba con cierto desparpajo haber asistido a una reunión de gerencia en donde se decidió apoyar a los candidatos impuestos por “protegida y democrática vía”, al cargo de senador de la república por la región que nunca conocieron, salvo en vacaciones y que uno de ellos, el actual “progre”, en su cargo de gerente general del país, fue invitado ilustre para colocar la primera piedra de la construcción de la planta mas venenosa de Chile: celulosa Arauco Valdivia, con doscientos guatones a cada uno… seguramente para sacarlos del Dicom. Del Piraña ni hablar. Basta verlo gesticular y mirar hacia la derecha para saber que miente hasta cuando dice buenas noches a sus nietos.
Pero… no vengo a vender, vengo a regalar…
Finalmente, también dejé atrás Iquitos, en el Perú. Mira en http://revistarevisión.blogspot.com un pequeño reportaje fotográfico que salió durante mi permanencia en ese bello lugar. Por supuesto y si te gusta, recomiéndaselo a quien te parezca que pueda apreciarlo. De repente lo ve la persona indicada para publicarlo en papel y quien te dice… tirando buena onda, de repente me empiezo a salvar ya. Allá, en Iquitos, quedaron unas muy buenas personas que conocí en mi estadía en esa increíble ciudad. Desde aquí saludo a Clement Vigneron, quien me permitió creer en su generación y la posibilidad de una mejor vida para todos en este pequeño planeta azul. También dejo constancia de mi cariño hacia Genoveva Pereira, quien me arrendó una parte de su casa y con ello permitió que conociera más de cerca la vida cotidiana de los peruanos que viven en esa isla urbana, en medio del Amazonas. Por supuesto que allí también habitan seres que creen que basta con hablar un par de idiomas e inventar aventuras para salir adelante… de la manera que el capitalismo les ha enseñado a “salir adelante”, o sea, si es necesario vender a la abuela para costearse algunos lujos, ojala conseguir un buen precio por ella.
En todo caso, tenían buenas “manos” de cuetes… dijo el picaó.
Desde Iquitos viajé hacia Santa Rosa-Leticia-Tabatinga –la triple frontera peruano/colombiana/brasilera- en una especie de pullman bus para el agua. Un desajuste estomacal permitió conocer un poco la más sureña ciudad colombiana –Leticia- que al cruzar una calle se convierte en Tabatinga, ya en Brasil. Desde esa ciudad brasilera, abordamos un barco que nos llevó hasta Manaus, la mítica –para mi- capital mundial del caucho de principios del siglo veinte.
Navegamos por el Solimoes –así denominan al río Amazonas los brasileros, ya que para ellos, sólo toma ese nombre cuando el río Negro junta sus aguas precisamente en la ciudad que mencioné antes- durante tres días y dos noches, durmiendo en un hacinamiento de hamacas que te lo encargo y comiendo “frango” (pollo) y arroz todos los días. Indígenas de varias tribus locales, colombianos en viaje –los polis del Brasil se hicieron un festín con sus equipajes- peruanos, australianos, italianos, franceses… un pedacito de las naciones unidas… sin consejo de seguridad y sin posibilidad de veto. Un día y una noche en Manaus bastó para darnos cuenta que… putas que hace calor en Manaus y lo poco que hablo portugués, aunque con “portuñol” igual salvé. Como siempre, preguntando se llega a… todos lados. Subí a un refrigerador con ruedas para viajar hacia el Norte. Afuera la temperatura llegaba fácilmente a los 35º C y adentro parecía que estuviésemos en el Glaciar Grey. Boa Vista –que de buena vista parece que sólo tiene el nombre- fue la última parada en Brasil. La hice muy corta en el país de Pelé. De allí nos dirigimos en otro refrigerador ambulante hasta Santa Elena de Uairen, en el estado de Bolivar, Venezuela… camino a Caracas, la capital política de América Latina, dixit Patricia Villegas, periodista colombiana de Telesur (www.telesurtv.net), que ahora mas que nunca resulta imprescindible ver, pa’ cachar –chilenismo que significa entender, lo aclaro, ya que en el Perú me condorié diciéndolo… allí es sinónimo de pegarse un polvo- como andan las cosas por esta parte de nuestra patria grande. En otro pata de goma cruzamos la Gran Sabana. Un enorme desierto verde. Veinte horas –con diez paradas en el camino para que los guatones que manejan puedan saciarse y la guardia nacional pase pidiendo “loh carneses”- para llegar hasta Caracas … que según el Edo Saldías es el lugar en donde están las mejores… Naah! No es cierto Eduardo o al menos no vi ninguna.
Ya llegué a donde quería estar hace un par de años, que fue cuando vi por televisión –en el cable, claro, porque en la tele abierta de chilito sólo lo pasan para denostarlo- al presidente Chávez invitar a quien quisiera sumarse al proyecto de construir la patria grande latinoamericana. Presenté un proyecto a la embajadora, antes de salir de Chile y ni siquiera me han contestado… De seguro se trata de un mal nuevo –o viejo- que ataca al aparato de gobierno en Venezuela: burocratismo, dixit Hugo Rafael Chávez Frías.
Ahora me parece casi premonitorio… Y bueno, aquí estoy, ya no en Caracas –me asfixió la enormidad de la urbe, la enorme tensión con que se mueve todo me puso a temblar una mañana sudorosa… y aun no consigo asimilar muy bien esta rara mezcla de socialismo y capitalismo con el colesterol elevado que me pareció la revolución bolivariana- sino en Coro, una ciudad de la Península de Paraguana, en el Golfo de Venezuela. Un lugar más vivible, a escala mas adecuada para mis deseos. Venezuela es enorme, tiene una enorme población. No pasa na’… o al menos, yo no calzo en ambientes así.
Para salir del país, en la frontera con Colombia –donde los “carros” de los setenta, los taxis “por puesto”, la llevan con el transporte de pasajeros, contrabando de gasolina, exceso de velocidad y con la posibilidad cierta, dixit Alvaro Sierra (conductor del desvencijado Chevrolet modelo “buenos muchachos”, quien nos llevó desde Maracaibo, Venezuela hasta Maicao, la fronteriza, en Colombia.) de ser asaltados por tipos que cruzan en la carretera(!) hasta a un burro para obligar a detenerse y cooperar con tutti cuanti- casi al llegar al límite, debo bajar del auto y pagar un “tasa de salida” a la policía local (tres “robustos” con cara de “aquitelastraigopedro”). Trescientos metros mas allá y antes de salir del territorio, un funcionario –el que finalmente timbra tu pasaporte- me felicita por lo “cumplido” y trata de hacer magia con el comprobante de pago… de seguro que pa’ guardarlo de recuerdo. Sobredosis de transfugueo.
Ya “cauros”… hasta la otra.
En todo caso, sin pretender pasar por frescoeraja, al sistema capitalista ya me lo pasé por la misma. Creo que si mas personas se pasaren por el aro a las tarjetas de plástico, a los “de consumo”, a plazo, o lo que sea… les quedaría una cagada tal que se derrumba, sin duda alguna, toda la realidad charcha del capitalismo… como les está pasando a los yankis.
Vamos Chile, que se puede… no pague las deudas al sistema financiero y haga patria. Nos han visto las canillas, pretenden tocarnos lasquetejedi y hasta un mafioso del neo-liberal se atrevió a poner en letras de molde que él percibía que la gente –la gallada, o sea nosotros- sentía que se la estaban sentando, afilando, culeando o la palabra que mas te acomode. Lamarca… por supuesto, también se fotografió con Pin8 y hasta de seguro estuvo más de alguna vez en Chacarillas, cuando los fascistas como él creían que el dictador, asesino, traidor y ladrón… llamado el “salvador de Chile de las garras del marxismointernacional” por una caterva de viejas sexualmente insatisfachas, quien ademas se hizo el loco al final de sus días y que yaciendo en el último lecho, recibió un escupitajo de parte del nieto del general Prat, a quien había mandado a matar en conjunto con la agencia yankilandesa, en Buenos Aires, allá por el ’74, era su nuevo “führer”. Fachos… cagados del mate.
Ahora, cuando los contendores afilan las garras y los colmillos para quedarse con la gerencia general del país, empiezan a mostrarse los trapos sucios… y cuan sucios. El ex-gerente general posa de “progre” para atrapar a los incautos que, cuando dirigió la larga empresa, no tenían idea o estaban recién cambiando los dientes de leche por tanto no se enteraron que Angelini, Anacleto –a quien los gusanos ya le pasaron la cuenta- le financió la campaña –junto a Luksic, Matte y los inefables Larraines, a quienes José Miguel Carrera los dejó a la altura del unto en su diario- para acceder a la privilegiada posición de jefe de reparto del botin –o la torta- que tantos quieren para si. Pablo… quien ejercía un cargo medianamente importante en una de las empresas Arauco –responsable de la contaminación de los ríos Cruces y Mataquito, por nombrar sus últimas “gracias”- contaba con cierto desparpajo haber asistido a una reunión de gerencia en donde se decidió apoyar a los candidatos impuestos por “protegida y democrática vía”, al cargo de senador de la república por la región que nunca conocieron, salvo en vacaciones y que uno de ellos, el actual “progre”, en su cargo de gerente general del país, fue invitado ilustre para colocar la primera piedra de la construcción de la planta mas venenosa de Chile: celulosa Arauco Valdivia, con doscientos guatones a cada uno… seguramente para sacarlos del Dicom. Del Piraña ni hablar. Basta verlo gesticular y mirar hacia la derecha para saber que miente hasta cuando dice buenas noches a sus nietos.
Pero… no vengo a vender, vengo a regalar…
Finalmente, también dejé atrás Iquitos, en el Perú. Mira en http://revistarevisión.blogspot.com un pequeño reportaje fotográfico que salió durante mi permanencia en ese bello lugar. Por supuesto y si te gusta, recomiéndaselo a quien te parezca que pueda apreciarlo. De repente lo ve la persona indicada para publicarlo en papel y quien te dice… tirando buena onda, de repente me empiezo a salvar ya. Allá, en Iquitos, quedaron unas muy buenas personas que conocí en mi estadía en esa increíble ciudad. Desde aquí saludo a Clement Vigneron, quien me permitió creer en su generación y la posibilidad de una mejor vida para todos en este pequeño planeta azul. También dejo constancia de mi cariño hacia Genoveva Pereira, quien me arrendó una parte de su casa y con ello permitió que conociera más de cerca la vida cotidiana de los peruanos que viven en esa isla urbana, en medio del Amazonas. Por supuesto que allí también habitan seres que creen que basta con hablar un par de idiomas e inventar aventuras para salir adelante… de la manera que el capitalismo les ha enseñado a “salir adelante”, o sea, si es necesario vender a la abuela para costearse algunos lujos, ojala conseguir un buen precio por ella.
En todo caso, tenían buenas “manos” de cuetes… dijo el picaó.
Desde Iquitos viajé hacia Santa Rosa-Leticia-Tabatinga –la triple frontera peruano/colombiana/brasilera- en una especie de pullman bus para el agua. Un desajuste estomacal permitió conocer un poco la más sureña ciudad colombiana –Leticia- que al cruzar una calle se convierte en Tabatinga, ya en Brasil. Desde esa ciudad brasilera, abordamos un barco que nos llevó hasta Manaus, la mítica –para mi- capital mundial del caucho de principios del siglo veinte.
Navegamos por el Solimoes –así denominan al río Amazonas los brasileros, ya que para ellos, sólo toma ese nombre cuando el río Negro junta sus aguas precisamente en la ciudad que mencioné antes- durante tres días y dos noches, durmiendo en un hacinamiento de hamacas que te lo encargo y comiendo “frango” (pollo) y arroz todos los días. Indígenas de varias tribus locales, colombianos en viaje –los polis del Brasil se hicieron un festín con sus equipajes- peruanos, australianos, italianos, franceses… un pedacito de las naciones unidas… sin consejo de seguridad y sin posibilidad de veto. Un día y una noche en Manaus bastó para darnos cuenta que… putas que hace calor en Manaus y lo poco que hablo portugués, aunque con “portuñol” igual salvé. Como siempre, preguntando se llega a… todos lados. Subí a un refrigerador con ruedas para viajar hacia el Norte. Afuera la temperatura llegaba fácilmente a los 35º C y adentro parecía que estuviésemos en el Glaciar Grey. Boa Vista –que de buena vista parece que sólo tiene el nombre- fue la última parada en Brasil. La hice muy corta en el país de Pelé. De allí nos dirigimos en otro refrigerador ambulante hasta Santa Elena de Uairen, en el estado de Bolivar, Venezuela… camino a Caracas, la capital política de América Latina, dixit Patricia Villegas, periodista colombiana de Telesur (www.telesurtv.net), que ahora mas que nunca resulta imprescindible ver, pa’ cachar –chilenismo que significa entender, lo aclaro, ya que en el Perú me condorié diciéndolo… allí es sinónimo de pegarse un polvo- como andan las cosas por esta parte de nuestra patria grande. En otro pata de goma cruzamos la Gran Sabana. Un enorme desierto verde. Veinte horas –con diez paradas en el camino para que los guatones que manejan puedan saciarse y la guardia nacional pase pidiendo “loh carneses”- para llegar hasta Caracas … que según el Edo Saldías es el lugar en donde están las mejores… Naah! No es cierto Eduardo o al menos no vi ninguna.
Ya llegué a donde quería estar hace un par de años, que fue cuando vi por televisión –en el cable, claro, porque en la tele abierta de chilito sólo lo pasan para denostarlo- al presidente Chávez invitar a quien quisiera sumarse al proyecto de construir la patria grande latinoamericana. Presenté un proyecto a la embajadora, antes de salir de Chile y ni siquiera me han contestado… De seguro se trata de un mal nuevo –o viejo- que ataca al aparato de gobierno en Venezuela: burocratismo, dixit Hugo Rafael Chávez Frías.
Ahora me parece casi premonitorio… Y bueno, aquí estoy, ya no en Caracas –me asfixió la enormidad de la urbe, la enorme tensión con que se mueve todo me puso a temblar una mañana sudorosa… y aun no consigo asimilar muy bien esta rara mezcla de socialismo y capitalismo con el colesterol elevado que me pareció la revolución bolivariana- sino en Coro, una ciudad de la Península de Paraguana, en el Golfo de Venezuela. Un lugar más vivible, a escala mas adecuada para mis deseos. Venezuela es enorme, tiene una enorme población. No pasa na’… o al menos, yo no calzo en ambientes así.
Para salir del país, en la frontera con Colombia –donde los “carros” de los setenta, los taxis “por puesto”, la llevan con el transporte de pasajeros, contrabando de gasolina, exceso de velocidad y con la posibilidad cierta, dixit Alvaro Sierra (conductor del desvencijado Chevrolet modelo “buenos muchachos”, quien nos llevó desde Maracaibo, Venezuela hasta Maicao, la fronteriza, en Colombia.) de ser asaltados por tipos que cruzan en la carretera(!) hasta a un burro para obligar a detenerse y cooperar con tutti cuanti- casi al llegar al límite, debo bajar del auto y pagar un “tasa de salida” a la policía local (tres “robustos” con cara de “aquitelastraigopedro”). Trescientos metros mas allá y antes de salir del territorio, un funcionario –el que finalmente timbra tu pasaporte- me felicita por lo “cumplido” y trata de hacer magia con el comprobante de pago… de seguro que pa’ guardarlo de recuerdo. Sobredosis de transfugueo.
Ya “cauros”… hasta la otra.